Dani de Moron

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Dani de Moron

© Óscar Romero / La Bienal de Flamenco

Dani de Morón tiene 35 años, recién cumplidos, dos discos solistas en el mercado y un tercer disco con nombre propio a punto de salir a la luz. Ha tocado con lo mejor del cante y del baile flamenco. Tiene 35 años y su nombre está en boca de todo el mundo.

Anoche el Alcázar se abría para ponerle una silla en el centro del escenario y a su lado se sentaron ni mas ni menos, que Rocío Márquez, Jesús Méndez, Duquende y Arcángel. Solo Duquende supera los cincuenta años. No se si el dato dice algo, pero es que Rocío está a puntito de cumplir los 31, Jesús 32 y Arcángel tiene 39. Si a estos le sumamos, a David Palomar, José Valencia, Antonio Reyes, Marina Heredia y Diego del Morao, por nombrar solo los que recuerdo en esta Bienal de 2016, nos podemos hacer una idea de en que momento nos encontramos en el flamenco y de la buena salud que el cante y el toque están demostrando, le pese a quien le pese.

Lo de anoche fue una escenificación de como late esta generación, y Dani fue el maestro de ceremonias. Ya sabemos lo sobrado que anda de técnica, de soniquete y de sensibilidad, es un maestro de su instrumento y ver entre el público a M.Ángel Cortés o Tomatito nos debe dar una pista de la repercusión que está teniendo en el mundo de la guitarra. Y lo hace tanto como concertista como acompañante. Ya el año pasado en el recital de Arcángel en este mismo escenario con "Estruna", escribí sobre como Dani es capaz de convertirse en un solista en el espacio que una falseta ocupa entre cante y cante. Anoche quiso proponer esta forma de acompañar al cante y de que el cante acompañe al toque, que es su marca. Empezó haciéndolo con Rocío, que se presentó por granaína y milongas. La onubense arrancó con una letra que un servidor, que es muy jartible de su discografía y su trayectoria, ya le escuchara en aquel lejano DVD "Aquí y ahora", que grabase justo tras ganar la lampara de La Unión. Es una delicia ver como le ha dado la vuelta a su propio cante y como crece y crece sin visos de estancarse. De Marchena rescató la milonga que ya apareciese en su hasta la fecha último LP, "El Niño" y se despidió por caracoles, que si no me fallan las predicciones irán en el disco futuro. Elegantísima como de costumbre y con un dominio de los tonos impresionante.

A continuación Jesús Méndez sacó La Plazuela a pasear, primero soleá por bulerías de ensueño y después bulerías que acabó de pie frente al público, a viva voz, con letra de fandangos insertadas en los tiempos de Jerez. Jesús suena a Jerez por los cuatro costados y le puso un punto de jondura enorme al espectáculo.

Israel Galván es de otro planeta, se mueve de una forma en la que nadie mas lo hace y estoy convencido de que los que lo admiramos, realmente no nos enteramos de la mitad de lo que quiere proponer. Hay quien tiene duende, pero Israel es ese duende. Bailó al fondo del patio de butacas y en la primera fila, tocando palmas sobre la mano de algún, imagino, alucinado espectador. Sobre el escenario, bailó solo, entre los Mellis mirándolos divertido, y sobre un cajón flamenco. Hace algo muy serio, de lo que se ríe y de lo que te pide que te rías y que te tomes en serio a un mismo tiempo, es un genio. Dani nos contó de palabra, lo emocionado que estaba por el evento y por tocarle e Israel en especial.

En soledad, la guitarra creó un fantasía por granainas que casi daban ganas de cantar. Dani pulsó, tremoló, golpeó y rasgó de todas las maneras posibles mientras nos quedábamos con la boca abierta.

Duquende se arrancó fortísimo por levante, tan fuerte que le faltó el fuelle para las seguiriyas. A pesar de ello sacó el cante camaronero a relucir y empujó con todo su cuerpo para dar lo mejor que tenía.

Y al final salió Arcángel, pausó unos tientos de escándalo y a continuación fue haciendo lo que le dio la gana con una letra de soleá tras otra. Domina la voz, domina el ritmo y domina las formas del cante a su antojo. Hace lo que otros solo imaginan, tiene sello personal y recuerda a los mejores de la historia. Ya me he dejado llevar, que le voy a hacer si me enamora este cantaor.

El fin de fiesta por tango fue lo mas flojillo de una noche memorable, poca jarana para acabar y mucha preocupación por dar a la guitarra su sitio protagonista.

Aun así, el que escribe salió satisfecho y pleno. Volver a casa paseando junto a la Giralda con el fresquito del maravilloso otoño sevillano, es aun mas placentero cuando te vas sabiendo que el flamenco tiene una salud de hierro. Que el futuro está asegurado por gente que además de ser trabajadores, constantes, curiosos y con enorme sensibilidad artística, son buena gente. Así en general, quien haya tenido la fortuna que un servidor tiene gracias a esto de escribir, de conocer a cualquiera de los nombres de hombres o mujeres que he mencionado, sabrá que lejos de las envidias , comparaciones y ojerizas que los grandes criticones quieren transmitir, hay una generación flamenca que es fantástica en lo artístico y en lo personal. El pasado está recogido en los discos y el presente es para disfrutarlo, y Dani Méndez lo sabe mejor que nadie.


Javier Prieto, le 21/09/2016

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